21 de septiembre de 2012

Pensamiento divergente

Seguramente todos hemos pensado alguna vez que pensamos diferente...

Debemos tener en cuenta que dentro de nuestras habilidades cognoscitivas tenemos 2 diferentes formas de pensar: el pensamiento convergente y el pensamiento divergente.
El pensamiento convergente es un pensamiento vertical, es lineal, lo ocupamos para resolver problemas bien definidos; en cambio el pensamiento divergente es un pensamiento lateral, es flexible, explorador, impredecible... Nos brinda la oportunidad de tener diferentes maneras de interpretar y resolver, estimula la capacidad de correr riesgos, se vale de la imaginación y fantasia para generar ideas.

Por otra parte nos encontramos con las habilidades emocionales, que son un proceso interno, imaginativo y creativo, además nos ayuda a desarrollar ideas.  Tres errores que no favorecen este proceso de desarrollo creativo es la confusión por las medidas tradicionales, depender del concepto rígido de conductas deseadas y aceptadas, y por ultimo, estar rígidamente determinadoss por los patrones de desarrollo normal.

Partiendo de dos palabras que a simple vista puede parecer imposible relacionarlas podemos obtener soluciones muy interesantes, por ejemplo las palabras exótico y persepolis:

Divagando por lo exótico
me encuentro seducida por lo bello,
y mi mente divergente,
sólo piensa en poseer a aquel mozo
que a persepolis dio nombre...

Esta manera de relacionar los contrarios me recuerda, entre muchas otras cosas, un esquema tetrádico sobre como se desarrolla una historia, señalando que se pueden unir los contrarios pero no puede haber una contradicción, es decir tenemos un héroe, un villano, un no héroe y un no villano, en este caso podemos relacionar al héroe con el villano; pero un héroe y no héroe sería una contradicción. Además, por supuesto, no podemos olvidar las ideas tan relacionadas con otra manera de pensar que nos brinda Marshall McLuhan subrayando las diferencias de la asimilación oriental y occidental de cualquier objeto de estudio, desde la escritura, hasta una pelicula.

Por otra parte se encuentra debajo de estas lineas un cuento realizado por Jaquie, Paty y Lau en la clase de Lectura, imaginación y creatividad.
Disfrutenlo




Zapatito blanco, zapatito azul, dime cuántos años tienes ¡tú!
Uno, dos, tres, cuatro, ¡Cinco!
“Chin, perdí”.
Comienza el juego, con tonadas coloridas, subiendo y bajando en el interior del niño. Camina desilusionado, arrastrando los pies sobre las hojas secas de los árboles, esperando a que los demás se escondan.


Este era un juego peculiar: aunque ahora estuvieran escondidos, tendrían que buscarme en el escondite que me hiciera.
Yo elegí esos trapos que nadie había movido por años. Me vio una viejecilla. Pff, pensé que me echaría de cabeza, pero volvió de nuevo a sus actividades. En fin, sólo contuve la respiración un momento: no quería que me encontraran.
Pero mi corazón jugaba a las percusiones contra mi voluntad: tin-tara-rí, tin-tara-rí. Saltaba, replicaba, golpeaba contra mi pecho, llenando el lugar con el eco de su descaro, así que lo inevitable ocurrió: escuché pasos acercarse. Mi corazón me delató. Y sólo entonces, se detuvo.
Unas garras gigantescas se agazaparon a mi tobillo, por eso se había detenido. Unos brazos peludos y de olor fétido, se arrastraban sin cuerpo, mientras yo intentaba gritar sin que mi boca articulara sonido. No me di cuenta de que me estaba enterrando las uñas en el brazo derecho hasta que alguien gritó: ¡CORRE!
Yo no sabía si fijarme en dónde pisar o seguir corriendo, sin intención de parar… Encontré en medio del bosque unos vagones de tren. Entré sin pensarlo, esperando hallar algo que me ayudara: una persona, un garrote, ¡UNA SALIDA!


Pero al entrar, sólo encontré silencio… una tensa calma. Sólo escuchaba gritos en la lejanía de aquellos que no pudieron ocultarse. Por un momento me sentí a salvo. Cuando el tren comenzó a avanzar, caí de sentón, la desagradable sorpresa vino cuando algo o alguien me atrapó, me enterró sus uñas en las costillas… no importa cuánto grité… Lo último que escuché en mi vida fue: “Te dije que tu corazón sería mío”.


Descubre que pasa en los otros dos vagones, visita el blog de Jaquie y también el de Paty.

No hay comentarios:

Publicar un comentario